Oralidad en la obra de Juan Rulfo


Primero que nada debe entenderse a la oralidad como una forma comunicativa; más que eso, como la forma comunicativa básica y que está bifurcada en dos instancias; la primera es la necesidad de una oralidad sin fundamento escrito, únicamente como activación del pensamiento. Las culturas que practican esto son denominadas culturas orales y carecen de lenguaje escrito; a esto le denominamos oralidad primaria. Denominamos oralidad secundaria a aquella donde se necesita de lenguaje escrito como soporte de la memoria.

En la obra de Juan Rulfo, hablando en términos generales, definir la oralidad es un trabajo titánico pues, aunque analizado de una manera general puede ser considerada una oralidad secundaria, al hacerse un análisis más minucioso, donde deben estudiarse los detalles retóricos y poéticos la tarea se magnifica y este primer enfoque pierde sentido y sostén.

Lo primero que puede extraerse es que la obra de Rulfo es cultural, es rica en nativismos, y en un lenguaje que a todas luces puede hacerse extraño al lector. No debería entonces considerarse a la obra en sí como una oralidad particular sino como una ficcionalización de la oralidad, es decir, una puesta en escena de la oralidad como un protagonista más. La presencia de personajes como Esteban o Miguel Páramo en “Pedro Páramo”, cuya voz está llena de expresiones con una profunda raíz tribal, histórica, da nota de la presencia de esas culturas primigenias, orales; estamos hablando de un complejo uso de la retórica metafórica y que debe ser estudiada más a fondo; por otra parte, al leer a Juan Preciado o las mismas intervenciones de Pedro Páramo puede tenerse la sensación de que esto fue escrito por el narrador y que nunca fue dicho y, muy probablemente, esto fue así; no obstante, debe tomarse en cuenta que la ficción literaria es un mundo posible, la voz del narrador nunca es la del autor, y mucho menos la de los personajes.

Considérese entonces lo siguiente: la obra en general de Juan Rulfo y en especial “Pedro Páramo”, constituye un relato escrito, siendo esto fundamento de la oralidad secundaria; no obstante, aquellas voces que entre sus páginas plasma son el vivir y el sentir de una sociedad que aún reconoce y siente sus raíces como suyas, raíces tribales, indígenas, orales y meta-orales. Por lo tanto, puede tomarse a la obra de este autor como un tratado sobre la oralidad, una universalización de la oralidad y por ende, una manifestación de todas las formas orales.

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