No hay forma humana empobrecida
capaz de revelar tus inquietudes,
respiros en el cuello, subjetivos
poemas en la boca, sugerentes
enérvense los vellos, acuciosos
enciéndase tu pecho, entusiasmado
Soy una agonía a la que amas,
el cisne que suspira tu ultimátum,
la sangre que se seca, que se seca
el cuervo que se posa
sobre el busto conclusivo de tus manos
y te dice: nunca más.
Me miras increpante, rotatoria,
me tachas de ventura a posteriori
le temes a mi spatha sustraída,
el frío estilístico inmutable
Soy una agonía a la que odias,
El cuervo que transpira un praecipitium
el vino que se escurre, que se escurre,
el hombre que te mira
asustado, desdichado y sillonesco
y te murmura: demoníaca.
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