Sublime es, según Longino, esa belleza externa capaz de llevar al espectador a un éxtasis más allá de su racionalidad. De tal manera plasma Benedetti su sensibilidad en este primer verso del poema "Trueque": “Me das tu cuerpo patria y yo te doy mi río”.
Uruguay, la patria del autor; Suramérica, su gran madre olvidada. Con sus palabras parece hacer referencia a esa emotividad, esa pasión ferviente por el sur del continente; para Benedetti “el sur también existe”, y es capaz de entregar lo más profundo de su ser a esa lucha por hacerlo notar, por romper las últimas cadenas de la opresión suramericana, por expresar en su poesía el dolor que le embarga, con una belleza que, escapando a la comprensión al ser poesía, se jacta de ser sublime.
A medida que avanza la manifestación poética, el autor va entregando de sí mismo todo aquello que tiene y no tiene. Mediante las metáforas (tu corazón ese verdugo) y las metonimias (te doy mi ángelus), el autor crea especie de pacto entre esa figura mística femenina y su propia existencia. Esa dama oculta, que parece ser la patria grande descrita como una mujer de de aromas nocturnos y enigmas por descubrir, es descrita por Benedetti con un gusto por los rasgos femeninos: “El césped de tus vértices”, “la piel de tu tacto/mi tacto en tu piel”.
El autor parece decidido a demostrar su sumisión ante quien ofrece todo esto; con recatez dice cosas como: “me expulsas al olvido, yo nunca te he olvidado”, “me voy me voy te espero”. Desde el principio del poema hasta casi el final, el poeta no deja de “dar”, la utilización de la frase “yo te doy” es continua: “te doy mi calma, mi raíz al sol, mis manos de alfarero”. Le hace entrega simbólicamente de todo aquello que representa a una gran nación unificada: Las “manos de alfarero” siendo un símbolo de la clase trabajadora, la “raíz al sol” como símbolo de la naturaleza, “mi ángelus” como la religiosidad de los suramericanos, “mi tacto en tu piel”como el amor por la tierra grande, la nación suramericana.
Uruguay, la patria del autor; Suramérica, su gran madre olvidada. Con sus palabras parece hacer referencia a esa emotividad, esa pasión ferviente por el sur del continente; para Benedetti “el sur también existe”, y es capaz de entregar lo más profundo de su ser a esa lucha por hacerlo notar, por romper las últimas cadenas de la opresión suramericana, por expresar en su poesía el dolor que le embarga, con una belleza que, escapando a la comprensión al ser poesía, se jacta de ser sublime.
A medida que avanza la manifestación poética, el autor va entregando de sí mismo todo aquello que tiene y no tiene. Mediante las metáforas (tu corazón ese verdugo) y las metonimias (te doy mi ángelus), el autor crea especie de pacto entre esa figura mística femenina y su propia existencia. Esa dama oculta, que parece ser la patria grande descrita como una mujer de de aromas nocturnos y enigmas por descubrir, es descrita por Benedetti con un gusto por los rasgos femeninos: “El césped de tus vértices”, “la piel de tu tacto/mi tacto en tu piel”.
El autor parece decidido a demostrar su sumisión ante quien ofrece todo esto; con recatez dice cosas como: “me expulsas al olvido, yo nunca te he olvidado”, “me voy me voy te espero”. Desde el principio del poema hasta casi el final, el poeta no deja de “dar”, la utilización de la frase “yo te doy” es continua: “te doy mi calma, mi raíz al sol, mis manos de alfarero”. Le hace entrega simbólicamente de todo aquello que representa a una gran nación unificada: Las “manos de alfarero” siendo un símbolo de la clase trabajadora, la “raíz al sol” como símbolo de la naturaleza, “mi ángelus” como la religiosidad de los suramericanos, “mi tacto en tu piel”como el amor por la tierra grande, la nación suramericana.
¿Es entonces un intercambio? ¿un negocio entre entregas y recibimientos, la nación y el ciudadano nacional? Si, pero también es la madre patria y el patriota, el poeta y su propia poesía. Benedetti, claro como sus Acordes Cotidianos.
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Me das tu cuerpo patria y yo te doy mi río
me das tu amanecida y yo te doy mi ángelus
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