1. El erotismo servil y la pasión literaria: “Sor Juana, lejos de parecer artificiosa como en los poemas cortesanos de los otros poetas, alcanza en ciertos poemas la intensidad que distingue a la pasión auténtica del énfasis retórico” (p. 268 de “Concilio de Luceros”, Octavio Paz).
El siglo XVII se vio marcado por una curiosa erotización de la poesía, tanto como por la influencia substancial de la Iglesia Católica sobre las almas de los creyentes y su hegemonía en la educación de los pueblos hispanos. Sor Juana, con su carácter arriesgado y romántico, con una fidelidad y un servilismo solemnes, logra establecer un equilibrio entre su condición religiosa y sus relaciones directas con la nobleza y la corte de la época. Tal y como lo menciona Paz, “las relaciones humanas son simbólicas, pero ese simbolismo se manifiesta más plena y constantemente en las ceremonias políticas y religiosas”. Fue en ese punto muerto donde Sor Juana logró dar cabida a su desbordante pasión al momento de transformar las sensaciones en palabras, las emociones en oraciones y la gratitud en poesía.
Por supuesto, observando la situación desde un contexto actual, consideraríamos que la poesía de amor cortés y la poesía erótica de Sor Juana, en alabanzas a su admirada condesa de Paredes, puede resultar en ambigüedades; no para la realidad de la época. Sor Juana es y actúa con intensa reverencia mediante un lenguaje que se muestra común y recurrente para la época en que es realizado; en momentos en que la actitud y el pensamiento barrocos son un hecho, y en que la relación entre los amos y sus servidores, es considerada en un contexto familiar, de lazos profundamente arraigados y afectos copiosos. La “sumisión a la dama”, una actitud preponderante en la poesía y la personalidad de Sor Juana, es otra característica intrínseca en los poetas de amor cortés. Una capacidad retórica de persuadir, en hechos literarios donde las interpretaciones pueden ser de una convergencia infinita, es precisamente eso. Todos estos actos de devoción, de agradecimiento del inferior al superior, encuentran su máxima expresión en la escritura de esta dama universal:
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura.
Ejemplo de la vana gentileza.
En cuyo ser unió naturaleza.
La cuna alegre y triste sepultura.
La retórica social cortesana, y la realidad misma de la época, distan del paralogismo impreciso de la actualidad. La amistad amorosa de la sierva hacia su señora es una forma poética de expresión, parte del vocabulario feudal de pleitesía del vasallo al señor. Tenemos entonces que, el ardor retórico de Sor Juana iba incluso más allá de la adoración; dentro de un vasallaje simbólico, fuera de la realidad real y concordante con la realidad protocolar, Sor Juana actúa con un fervor intenso al escribir, con una capacidad única para absorber entre pasiones de toda clase a sus lectores, a sus espectadores, a sus mismísimos dedicados. Es posiblemente esa manera de sentir la poesía, de rendir homenaje y actuar con premeditada humildad y exagerado agradecimiento, lo que la ha traído hasta la actualidad como el Fénix de América, como la décima musa del Nuevo Mundo.
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